Hace dos años, en vuestra graduación de cuarto, os quise recordar un lema barroco que siempre he apreciado como máxima: “solamente lo fugitivo permanece y dura”.
Hoy, fugitivos ya de estos años, alzáis el vuelo definitivo, alto, y estoy segura que en esta etapa del bachillerato habéis seguido escribiendo vuestros mejores versos: los de la vida.
Hoy, como ave fénix después del esfuerzo, resurgís a una nueva etapa vital. Por eso, reflexionando sobre el placer que ha sido conoceros y compartir un curso tan especial, no se me ocurría mejor modo que versionar estos versos del que fuese, como vosotros, “fénix de los ingenios”:
Alegrarse, desmayarse, estar furioso,
eufórico, tierno, generoso,
alentado, mortal, leal, animoso,
pero, sobretodo, vivo.
No hallasteis fuera del bien centro ni reposo,
mostrándoos cual sois: alegres, tristes, humildes,
brillantes y siempre valientes,
sin huir el rostro al claro desengaño.
Hoy estamos tan satisfechos...
Habéis bebido el licor suave del conocimiento sin olvidar su provecho,
amando el saber,
aún a sabiendas de que también implica, en ocasiones,
amar el daño.
No deis nunca el alma al desengaño.
Luchad golpe a golpe, amando la vida,
creyendo que, incluso en un infierno,
también el cielo cabe.
Sé que lo haréis.
Así sois: quien os conoció, lo sabe.
Con todo mi cariño, siempre.