El vino de la soledad (1935)
Es
la novela más autobiográfica de Irène Némirovsky. Fue publicada
en 1935. Cuenta la vida de una adinerada familia ruso-judía, los Karol,
que se refugia en París cuando estalla la Revolución bolchevique.
Es también la historia de la venganza de la joven Elena contra su
madre, hermosa y cruel, Bella, una rusa de elevado linaje (de la familia
Safronov) obligada a casarse por dinero con el potentado judío Boris
Karol, al que desprecia. Bella tiene un amante, Max Safronov, primo
suyo y como ella de antiguo linaje, al que Elena volverá loco de amor para
cumplir su propósito vindicativo, un tema –la venganza- que la escritora ya
había tratado en otra novela suya, El baile, aunque en El
vino de la soledad llega a unos niveles magistrales difíciles de
igualar.
El vino de la soledad nos muestra la vida de la joven desde que tiene ocho años
hasta que llega a la mayoría de edad, y sigue a Elena Karol, alter
ego de la autora, por las orillas del Dniéper (Ucrania)
hasta San Petersburgo, Finlandia y París. Su madre,
frívola, adúltera, coqueta, no la quiere a ella ni tampoco a su marido. Solo
anhela pasarlo bien, gastar en compras, sentir un amor galante sin compromisos,
vivir al modo de los antiguos aristócratas. Ella representa el viejo orden
feudal que ya no será posible en la nueva URSS, proletaria y laboriosa, sin
clases parásitas. El personaje que se gana el amor de Elena es su institutriz
francesa, mademoiselle Rose, con la que aprende a amar las orillas
del Sena, a la dulce Francia, y que muere prematuramente por la mezquindad de
su madre. El despido de la institutriz, su muerte subsiguiente, deciden a Elena
a vengarse de quienes han envenenado su infancia. Y para ello decide
convertirse en la rival sexual de su madre, hacer que su amante, Max Safronov,
se enamore de ella, que ya ha dejado de ser una niña y se ha convertido en una
hermosa joven.
Tras
realizar su venganza, Elena seguirá su camino, ya madura, adulta y libre,
desasida de su pasado familiar lleno de soledad y dolor, una vez muerto su
padre, Boris Karol, que representa el último vínculo que la ataba a sus
orígenes.
Una
de las constantes en la novelística de Némirovsky es que sus personajes
protagonistas son chicas judías que reaccionan contra la propia tradición
semita:
"¡eso
que vosotros llamáis éxito, victoria, amor u odio, yo lo llamo dinero!",
escribió en otra novela.
En El vino de la soledad,
Elena Karol detesta el amor pecuniario que mueve a sus mayores:
“millones, millones, millones”, resume tras escuchar las conversaciones de los
adultos. Sin embargo, este desprecio de sus protagonistas femeninas por el
dinero y la tradición no coincide en la realidad con la actuación de la
escritora, casada con Michel Epstein, brillante ingeniero y financiero
judío, como lo había sido su padre, León Némirovsky.
UNA NOVELA AUTOBIOGRÁFICA
En esta novela, escrita en clave absolutamente autobiográfica,
Némirovsky no deja margen alguno a la fantasía. Su protagonista, Elena Karol,
es su alter ego sin filtro literario alguno, asimismo sus padres
tienen la misma disposición moral y económica que los suyos y la trama se pasea
por los mismos escenarios que la autora frecuentó a lo largo de su corta
vida. Elena, hija única de un matrimonio ruso desigual (la madre, miembro
de una aristocrática familia venida a menos; el padre, hábil judío que
terminará amasando una cuantiosa fortuna), crece en soledad en una ciudad muy
parecida a Kiev (entonces rusa). Desatendida por el padre, al que adora, y
despreciada por la madre, que solo vive para sí misma y sus conquistas
amorosas. La vida de la familia se desliza velozmente hacia el precipicio,
empujada por la revolución bolchevique, exactamente igual que ocurrió con los
Némirovsky. Refugiados todos en París, llega para la niña, convertida ya en una
atractiva jovencita, el momento de la venganza. Mientras la adolescente de El
baile solo pretende humillar socialmente a la madre, la jovencita de El
vino quiere derrotarla en el terreno del amor, o por lo menos de la
seducción. Elena Karol culminará su venganza enamorando al amante de su madre.
Cabe preguntarse si, además de odio, Némirovsky alimentaba una larvada
rivalidad femenina hacia Anna, la bella, egoísta, indiferente y hasta cruel
madre que le tocó en suerte.
Sin duda la
infancia de Irene Némirovsky no fue feliz. Es fácil reconocer a la autora en el
retrato de Elena, como es fácil asimismo identificar a la madre de Elena con
Fanny Némirovsky, una mujer igualmente hermosa, frívola y egoísta, que condenó
a su hija Irene a una infancia infeliz y solitaria. En esas soledades debió
forjarse su vocación literaria. Para la autora esta obra cruda y sin ninguna
contemplación debió resultar una verdadera catarsis.
ESTRUCTURA
Está
escrita en capítulos breves, de seis, ocho o diez páginas, directos, muy bien
escritos, alternando lo analítico y lo descriptivo, y sin una sola concesión a la ironía, ni
siquiera al humor amargo. Si el humor es, desde el Quijote, una forma de
enfrentarse a los problemas de la vida, Irène Némirosvky siempre se
enfrenta a ellos cara a cara desde la seriedad y la frialdad más
absoluta.
La trama está distribuida en cuatro partes:
Primera parte. Comienza relatando la infancia de la protagonista a
los ocho años. Esta etapa transcurre en su ciudad natal a orillas del Dniéper,
en Ucrania. Su infancia transcurre entre las continuas peleas de sus padres por
causa de la vida de derroche y frivolidad de su madre que provoca que su marido
sea despedido y tenga que marcharse en busca de fortuna. Los afectos de Elena
se reparten entre su padre al que venera y su nodriza francesa Madame Rose en
quien se refugia ante el constante maltrato psicológico de su madre, de la que
solo recibe desprecio y críticas, únicamente preocupada por las buenas maneras
de su hija en la mesa. En cuanto a los abuelos que viven en la casa, Elena
siente cierta simpatía por su abuelo, pero le recuerda demasiado a su madre; y
en cuanto a su abuela, es una mujer triste y amargada que vive sumida en la
tristeza y esto produce un rechazo en la niña que solo es feliz con Madame
Rose.
Segunda parte. Transcurre en San Petesburgo a donde la familia se
traslada cuando Boris Karol ha conseguido amasar una gran fortuna. Esto ocurre
en 1914 y Elena cuenta en ese momento con doce años. La familia vive aquí unos
años de gran poder económico a costa de la situación que se está viviendo
en Rusia donde la aristocracia está perdiendo sus posesiones y riquezas. Es
entonces cuando aparece Max, primo de Elena y amante de su madre. El odio hacia
su madre y su amante va en aumento, pero no se atreve a decir nada a su padre
por miedo a perder a Madame Rose, como ocurrirá al final. Bella descubre en el
cuaderno de su hija cómo se burla de ella y su amante y culpando a su nodriza
por maleducarla, la despide. Madame Rose, ya enferma y muy afectada por las
noticias que van llegando de la guerra en Europa no aguanta este nuevo golpe y
muere. Este hecho será el detonante que fragüe el deseo de venganza de Elena
contra su madre y su amante.
Tercera parte. Han transcurrido tres años y los Karol deben huir debido al avance de la revolución bolchevique.
Huyen a Finlandia y se refugian en un hotel junto con Max, pero su padre
regresa a Moscú para tratar de salvar parte de su fortuna. Mientras, la
relación entre Bella y Max continúa libremente por la ausencia de su marido.
Elena se inicia en su primera aventura amorosa y despliega sus poderes de
seducción con Fred, un joven casado que también se hospeda en el hotel con su
familia. Esta relación le sirve de aprendizaje para llevar a cabo su venganza,
que consistirá en arrebatarle su amante a su madre para después abandonarlo.
Cuarta parte. En 1919, cuando Elena tiene diecisiete años, la
familia se reúne con Boris en París, que será su residencia definitiva. Elena
ya conocía el país de su querida Madame Rose por los viajes que había hecho con
su madre durante su infancia y está encantada de vivir allí. Su padre vuelve a
hacer una gran fortuna. Por sus negocios en Nueva York se ausenta durante mucho
tiempo. El idilio entre Max y su madre se ha convertido en rutinario y las
peleas entre ellos son constantes, además su madre va envejeciendo y esto la
hace más amargada, caprichosa y tirana con su amante. Por otro lado Elena ha
madurado y se ha vuelto fría y calculadora; asiste satisfecha y malévolamente
feliz a estas peleas y decide llevar a cabo su plan. No le resulta nada difícil
seducir a su primo Max, harto de su vieja amante y cuando consigue que este se
enamore de ella, lo abandona diciéndole que solo ha sido un juego. Max abandona
París y posteriormente asistimos a la degradación de la familia. Boris dilapida
su dinero en el juego, su antiguo vicio, y en fiestas y lujos sin sentido.
Bella se entrega a distintos amantes a los que tiene que pagar. Finalmente,
arruinado, Boris muere afectado de tuberculosis y Elena, a sus veintiún años,
abandona a su madre decidida a llevar otro tipo de vida y ser feliz.
PERSONAJES
Destaca la capacidad de la autora
para hacer una radiografía exacta del desmoronamiento de una
familia. Némirovsky hace un retrato
descarnado de cada personaje, sin ocultar sus flaquezas,
anhelos y miserias. Bella
Karol es un personaje complejo, una mujer guapa y caprichosa que
ve cómo la juventud la va abandonando y siente que no ha aprovechado la vida
como debiera. Frustrada por esa sensación de que el tiempo se le escapa de las
manos, culpa a su hija de la situación a la que se ha visto abocada y se
comporta con ella con indiferencia y, en muchas ocasiones, con desdén y
verdadera crueldad. Lo único que la hace sentirse viva y deseable son
sus descarados y constantes flirteos con otros hombres y sus caros y excesivos
vestidos de París.
Bella se nos muestra de forma
descarnada, con toda su miseria y su debilidad, con una dureza de corazón que
ya desde el principio aparta al lector de cualquier tipo de identificación con
ella. Arrastrada y dominada por la pasión, por lo que ella llama amor, incapaz
de amar a su hija, resulta un personaje patético.
Boris adora a su mujer y prefiere negarse a ver lo que para
los demás es evidente refugiándose en el juego
y entregándose de lleno a los negocios que suponen el sostén
económico de la familia. Él es el único de sus progenitores por el que
Elena siente verdadero afecto, a pesar de sufrir su trato
condescendiente y sus continuas ausencias que le hacen sentir como una "maleta
olvidada en consigna".
Max, amante de 'Bella' y
primo de Elena. Es otro jovencísimo pelele que baila al son que le marca su
"mecenas" ya que en el fondo de ella sólo busca que lo mantenga. Es
un hombre débil e inseguro, cuya insustancialidad e inconsistencia moral le
hacen ser duro y despectivo con Elena. A medida que Elena se va transformando
en una bella joven, Max se va sintiendo
atraído por ella.
Elena Karol; se
muestra como una niña que se siente vieja ante el mundo que le rodea, " Qué
sabio se vuelve uno cuando envejece". Sorprende el grado de madurez que
muestra ante esa soledad que la invade.
A través de este personaje la autora se sincera con el lector dejándonos ver la aversión que siente ante su madre y ante esa sociedad hipócrita.
También asistimos a los primeros escarceos amorosos de la joven, primero con Fred y luego con Max, con el que llevará a cabo su venganza. "Qué feo y tonto es el amor. Fred sólo fue un divertimento".
Elena crece en soledad, sin más apoyo que Rose, su institutriz francesa. Y la soledad a que la somete su propia familia se agudiza ante un cúmulo de circunstancias que los obliga a una constante emigración: la revolución rusa los envía primero a San Petersburgo y más tarde a Finlandia. Y de allí, a Francia.
A través de este personaje la autora se sincera con el lector dejándonos ver la aversión que siente ante su madre y ante esa sociedad hipócrita.
También asistimos a los primeros escarceos amorosos de la joven, primero con Fred y luego con Max, con el que llevará a cabo su venganza. "Qué feo y tonto es el amor. Fred sólo fue un divertimento".
Elena crece en soledad, sin más apoyo que Rose, su institutriz francesa. Y la soledad a que la somete su propia familia se agudiza ante un cúmulo de circunstancias que los obliga a una constante emigración: la revolución rusa los envía primero a San Petersburgo y más tarde a Finlandia. Y de allí, a Francia.
Elena crece
consciente de su soledad y del egoísmo materno, alimentando día a día el deseo
de venganza. El proceso corre en paralelo con el envejecimiento de su madre,
que trata de disimular desesperadamente el paso de la edad. La amarga forma en
que la protagonista lo describe, linda con la crueldad.
Ni que decir
tiene que a medida que la belleza de la madre se desvanece, sus relaciones con
Max se van enfriando. Y más que por eso, porque en realidad los amantes son ya
casi un matrimonio instalado en la rutina.
Es así como
Elena va planificando su venganza, que pasa por robarle a su madre la atención
del amante.
El papel
central de la novela corresponde al proceso de maduración de Elena: la forma en
que desarrolla su sentido de la individualidad, su conciencia de estar sola, su
conciencia de la falta de afecto, la forma en que afronta toda esa situación, y
cómo se van desarrollando en ella sentimientos de venganza, e incluso de pura
maldad, que trata de combatir. Ella es el vino que envejece en el barril de la
soledad, y que debe ser servido antes de que se agrie.
TEMAS
El objetivo
de la novela es pergeñar la traumática relación materno filial que Irène
mantenía con su madre.
Elena es una
niña que padece el síndrome de carencia afectiva. Su único consuelo emocional
será su institutriz francesa, Mademoiselle Rose, que le aportará algo de cariño
pero que le durará poco. Totalmente consciente del rechazo que le produce a su
madre y con una increíble capacidad racional para su edad, Elena exorciza todo lo
que piensa y lo que siente sin sutilezas, ni licencias retóricas. Víctima del
egocentrismo e indiferencia de su madre, y de un padre ausente, Elena se siente
superada por una complicada relación donde los sentimientos de amor/odio que la
persiguen de manera obsesiva, a lo largo de la novela, culminarán al final en
su propia venganza.
Este tema aparece reiteradamente, y forma el cuerpo central de al menos tres de sus novelas: El Vino de la Soledad, El Baile y Jezabel. El nudo de estas tres novelas es el conflicto entre una madre desnaturalizada, egocéntrica y distante, y su única hija, a la que martiriza o desconfirma. Se trata, sin duda, de una utilización autobiográfica de la relación de la autora con su madre, con una base real.
La escritora utiliza sus novelas para vengarse de esa madre terrible: “Las
uñas de Bella brillaban a la luz; redondas y abombadas, acababan en una afilada
punta, como los extremos de una zarpa”. En sus raros momentos de maternal
ternura, cuando estrechaba a Elena contra el pecho, sus uñas casi siempre
arañaban la cara o el brazo desnudo de su hija”. Su venganza reside además en
la trama de la novela: dejando en un monumental ridículo a su madre en El
Baile, arrebatándole el amante y haciéndole ver que su juventud ha desaparecido
en El Vino de la Soledad, o de manera más dramática en Jezabel, condenándole al
extrañamiento social y a la cárcel.Este tema aparece reiteradamente, y forma el cuerpo central de al menos tres de sus novelas: El Vino de la Soledad, El Baile y Jezabel. El nudo de estas tres novelas es el conflicto entre una madre desnaturalizada, egocéntrica y distante, y su única hija, a la que martiriza o desconfirma. Se trata, sin duda, de una utilización autobiográfica de la relación de la autora con su madre, con una base real.
Otros dos ejes temáticos de la
novela son: la soledad y la crítica hacia esa sociedad tan frívola que
representa la familia de Elena. A pesar de los continuos viajes, Elena sigue
sintiéndose cada vez más sola. No siente el cariño ni el aprecio de nadie, sólo
parece tener apoyo en su institutriz Rose, pero hasta eso termina
desapareciendo. Según ella a los dos seres que más quiere son: su padre y
Tintabel, un gato negro que le regala Max.
Cuando llegan a vivir a París viven en un hotel pero luego pasan a vivir a un piso junto con Max.
Cuando llegan a vivir a París viven en un hotel pero luego pasan a vivir a un piso junto con Max.
Parece ser que aquí Elena pasaba monótonos y dulces momentos de bienestar a pesar de que era en raras ocasiones y durante breves instantes pero con satisfacción,"como el que toma una infusión digestiva cuando tiene el estómago estragado por el vino".
Por tanto, a pesar de estar viviendo en Francia, en París se sigue sintiendo sola. Lo siente como un París frío, extraño y febril además de vivir rodeados de cosas que en el fondo no les pertenecían.
Es interesante como la autora va insertando pequeños
matices históricos y sociales de la época y nos aproxima a esa realidad que
vivió en primera línea. De cómo algunos rusos se hicieron ricos aprovechándose
de la desgracia de quienes no tuvieron más remedio que vender absolutamente
todo para poder huir y sobrevivir. Su familia se enriqueció así.
Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial: «La vida
era cambiante, inestable, poco segura»... Y, aun así, quizá no tan terrible
como luego fue para la propia autora, de origen judío, la época de la Segunda
Guerra Mundial.
En Rusia es el otoño de 1914 y la protagonista de la obra se pregunta, cuando la familia ya tenía puesta la mirada en Francia... «¿Quién oía las pisadas de los soldados en la calle al amanecer, ese monótono ruido de rebaño camino del matadero?». ¿Quién de aquellos ricos, claro está, que cosían los bonos del Estado a los forros de sus abrigos y que, indolentes, al mismo tiempo que dudaban del éxito de la revolución, deseaban seguir especulando hasta el último momento con cualquier objeto o producto que se pudiera comprar.
En Rusia es el otoño de 1914 y la protagonista de la obra se pregunta, cuando la familia ya tenía puesta la mirada en Francia... «¿Quién oía las pisadas de los soldados en la calle al amanecer, ese monótono ruido de rebaño camino del matadero?». ¿Quién de aquellos ricos, claro está, que cosían los bonos del Estado a los forros de sus abrigos y que, indolentes, al mismo tiempo que dudaban del éxito de la revolución, deseaban seguir especulando hasta el último momento con cualquier objeto o producto que se pudiera comprar.
El padre
representa el hombre de negocios judío que solo vive para ganar dinero, que se
enriquece desmesuradamente, pero no disfruta realmente de la riqueza, pues toda
su actividad y su energía están encaminadas hacia el negocio. La esposa, en
cambio, disfruta y dilapida el dinero, que nunca es suficiente.
En cuanto a ese estilo de vida tan pretencioso e infiel se incluyen pasajes como: "Allí todas las mujeres casadas tenían un amante al que sus hijos llamaban 'tío' y con quien su marido jugaba a las cartas". De la propia boca de Bella sale lo siguiente: "¡Ay! yo no he nacido para ser una burguesa tranquila y satisfecha entre un marido y una hija"
Otro tema es
el de la venganza de Elena. Su venganza se convertirá en el leitmotif de
su vida. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, desde luego esta
novela es un ajuste de cuentas en toda regla que Némirovsky hace con su
vida y, sobre todo con su madre. Unos usan el vino para olvidar o curar las
penas, otros usan los libros...
"cuanto
más se suavizaba su madre, con más fuerza sentía Elena
agitarse en su corazón un odio aún más vivo y feroz que cuando era niña.
Entonces habría bastado con tan poco... -pensaba-. Ahora es demasiado tarde.
Jamás la perdonaré. Podría perdonarla si me hiciera daño ahora, como soy hoy en día...
Sí, creo que la disculparía... Pero no se perdona una infancia destrozada."
agitarse en su corazón un odio aún más vivo y feroz que cuando era niña.
Entonces habría bastado con tan poco... -pensaba-. Ahora es demasiado tarde.
Jamás la perdonaré. Podría perdonarla si me hiciera daño ahora, como soy hoy en día...
Sí, creo que la disculparía... Pero no se perdona una infancia destrozada."
El trasfondo
en el que se desarrolla esta historia es la Europa de los primeros veinte años
del siglo XX: la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre, la
emigración de muchos judíos ricos desde Rusia hacia Francia, como fue el caso
de la familia de Irène Némirovsky, el asentamiento definitivo en Francia… todo
esto aparece mencionado sin entrar en detalles, pero de forma inequívoca. Es el
contexto en el que se mueven la familia de la autora de la novela y los
personajes de El vino de la soledad.
El estilo impecable de Nemiróvsky late a lo largo de toda la
obra, sobretodo en esas descripciones en las que, no sólo nos muestra cómo son
las gélidas ciudades por las que va pasando, como San Petersburgo "donde
el sol apenas aparece, donde te despiertas, te levantas, comes y trabajas a la
luz de las lámparas, donde desde un cielo amarillento se precipita una nieve
fina, acuosa, que el viento agita y se dispersa con rabia", sino
también esos sentimientos de soledad y desagrado que siente Elena cada vez que
ve a su madre.
En cuanto al final, Elena consigue esa libertad tan deseada. Es genial y premonitoria la imagen final en la que vemos a Elena desaparecer bajo el Arco del Triunfo, algo totalmente simbólico.
" En la región del mundo donde había nacido Elena Karol, el atardecer se anunciaba como una extensa polvareda que giraba lentamente en el aire y luego volvía a pararse lentamente en la tierra con el relente nocturno"
En cuanto al final, Elena consigue esa libertad tan deseada. Es genial y premonitoria la imagen final en la que vemos a Elena desaparecer bajo el Arco del Triunfo, algo totalmente simbólico.
" En la región del mundo donde había nacido Elena Karol, el atardecer se anunciaba como una extensa polvareda que giraba lentamente en el aire y luego volvía a pararse lentamente en la tierra con el relente nocturno"
ALGUNAS POSIBLES PREGUNTAS SOBRE LA LECTURA EL VINO DE LA SOLEDAD
Explica los personajes de Boris Karol (padre) y Bella (madre de la
protagonista) y el papel fundamental de la institutriz mademoiselle Rose.
Boris Karol, el padre de
Elena, es un judío ucraniano que a principios del siglo XX arrastra a su
familia desde Ucrania hasta San Petersburgo, Finlandia y finalmente París,
huyendo de la guerra, tras la Revolución de Octubre. Se va centrando cada vez
más en él y va prosperando a base de mucho trabajo (empieza en una situación de
crisis económica pero después, a fuerza de trabajo, consigue prosperar) hasta
conseguir ganar mucho dinero para jugárselo en el casino, su mayor vicio y
poder mantener el elevado tren de vida de su esposa, que nunca tiene
suficiente.
Boris quiere tiernamente a su
hija, pero es un hombre que tolera todo a su mujer, de quien está muy enamorado
y, debido al trabajo, no tiene tiempo para Elena. Uno de los motivos por los
que le consiente todo a su mujer es que en el fondo, y a pesar de que él está
enamorado, lo suyo fue un matrimonio de conveniencia entre burgueses (su mujer
pertenecía a una familia noble venida a menos y él es un burgués judío de
familia adinerada. En el fondo, cuando pasa por crisis económicas, justifica en
cierto modo el alejamiento y el rechazo de su mujer. Además, como burgués
educado en la falsa moral debe mantener las apariencias). Viaja constantemente
y durante largas temporadas, deja solas a su mujer en compañía de su amante y a
su hija, que sufre amargamente por la falta de cariño y de lo que su padre no
es consciente. Observa cómo hay una crítica muy velada a una mentalidad
machista: a pesar de que su padre se despreocupa de ella y se lanza al juego,
Elena lo justifica en cierta manera al no negarle su cariño, cosa que no hace
con su madre, a la que no perdona su indiferencia ni las infidelidades a su
padre. Se puede llegar a una crítica pero muy oculta. Desde luego no hay una
mentalidad feminista clara de Némirovsky en esta novela.
Gana muchísimo dinero pero lo
gasta de igual manera, hasta terminar amargado, enfermo y arruinado, sin haber
disfrutado de la vida. Es el prototipo del personaje burgués fracasado habitual
en la novela realista.
Bella Karol, la madre de
Elena, procedente de una familia noble venida a menos, que encontró refugio en
los brazos de Boris, un don nadie que comienza a prosperar (burgués de origen
judío).
Bella es una mujer guapa y
caprichosa que ve cómo la juventud la va abandonado, frustrada por ello culpa a
su hija de su situación y la trata con indiferencia, con desdén y verdadera
crueldad. En el fondo es víctima de la sociedad en la que vive, dominada por la
clase burguesa (obligada a casarse por mantener la posición social). Solo le hace sentir viva flirtear con otros
hombres y gastar dinero a manos llenas, derrochando en vestidos, joyas,
tratamientos de belleza para mantenerse joven..., por lo que para ella Elena es
un estorbo (matrimonio, hijos… Representa el tipo de vida práctico, pragmático
que nunca quiso llevar y que no eligió).
Se deja arrastrar por la pasión
que siente hacia su amante y sobrino Max, quince años más joven que ella,
incapaz de amar a su hija, nunca tiene una palabra amable hacia ella, la
menosprecia constantemente. El episodio en el que despide a la institutriz es
especialmente significativo porque muestra su indiferencia y su crueldad.
Conforme va cumpliendo años, se
siente más desdichada y sola. Cuando Max la abandona, para irse a París a vivir
con su hermana, se junta con su último amante, un armenio grueso y moreno. Moralización
a través de este personaje: crítica a la frivolidad de las clases altas,
burguesas o aburguesadas, como es su caso.
Mademoiselle Rose, una
mujer francesa, institutriz de Elena, es la única que da sentido a la vida de
la niña. En ella Elena se refugia, encontrando el verdadero cariño que no
recibe de sus padres, le da a Elena una atención y educación refinada,
tratándola con mucho afecto y benevolencia, creando un espacio particular entre
ellas dos, donde pueden aislarse del mundo que les rodea. Recuerda que es un
personaje que tiene un referente real (es un personaje tomado de la
autobiografía de Némirovsky). Y si ya mencionas una breve comparación con este
tipo de personajes como Felicidad de Flaubert, perfecto.
Gracias
a mademoiselle Rose, la niña, que se había acostado con el telón de fondo
de un estrépito de gritos, discusiones y platos que estallaban en pedazos,
podía oír con indiferencia aquella lejana tempestad como quien oye el viento
en una casa caldeada con las ventanas cerradas, sabiendo que tenía
un refugio al lado de aquella tranquila joven que cosía junto a la lámpara. [1]
de un estrépito de gritos, discusiones y platos que estallaban en pedazos,
podía oír con indiferencia aquella lejana tempestad como quien oye el viento
en una casa caldeada con las ventanas cerradas, sabiendo que tenía
un refugio al lado de aquella tranquila joven que cosía junto a la lámpara. [1]
Un día Elena tiene
una gran discusión con su madre, en la que le dice todo lo que piensa de ella,
todo el dolor que lleva en su corazón por la falta de cariño y su madre echa la
culpa de este comportamiento a mademoiselle Rose, acusándola de no saber educar
a su hija y de haberla puesto en contra de sus padres y furiosa la despide.
Elena está destrozada y aún suplicando a su madre y pidiéndole perdón no consigue
hacerla cambiar de idea.
Mademoiselle Rose,
está enferma y ha recibido una carta de su familia que la ha trastornado mucho
y un día que sale con Elena, se pierde en la niebla y al día siguiente avisan a
la familia de Elena de que ha muerto en un hospital, donde la llevaron unos
milicianos que la encontraron en la calle sin conocimiento.
Cuando pierde a
mademoiselle Rose, Elena siente que ya no tiene nada más que perder y sabiendo
que se está convirtiendo en una joven atractiva, planea su venganza contra su
madre utilizando a Max Safronov.
Cuando Elena
consigue su propósito y sabiendo que los tiene a los dos a su merced, con una
madurez impresionante, decide olvidarse de su venganza y ser libre, dejar atrás
la infancia y la adolescencia y empezar de nuevo sola y libre. En todo su
camino ha tenido presente a su querida mademoiselle Rose.
"El vino de la
soledad"
Hace referencia al
final de la novela. Es una novela de aprendizaje, donde vamos creciendo y
evolucionando psicológicamente con la protagonista. Va tramando la venganza de
su madre, que es el motor de su vida, el que le da cierta euforia, satisfacción
y cierto calor (indiferencia ante la vida fría y sin sentimientos que le ha
tocado vivir). Su venganza es el vino de su vida, un plato que se sirve frío,
un ajuste de cuentas con su vida y con su madre.
"No temo a la vida -pensó-. No son más que años
de aprendizaje. Han sido extraordinariamente duros, pero han templado mi
valor y mi orgullo. Eso me pertenece, es mi inalienable riqueza. Estoy sola,
pero mi soledad es ávida y embriagadora. [2]"
Se deja embriagar
por el viento que atraviesa el Arco de Triunfo y barre
los Campos Elíseos y así liberar sus demonios interiores. Euforia, como la
del alcohol, pero en el fondo es una manera de ahogar su profunda pena. La
soledad es penosa pero para ella es una liberación, una decisión personal que
ha alcanzado tras un largo proceso de maduración.
El judaísmo en la novela.
El trasfondo en el que se desarrolla esta historia es la Europa de los
primeros veinte años del siglo XX: la Primera Guerra Mundial, la Revolución de
Octubre, la emigración de muchos judíos ricos desde Rusia hacia Francia, como
fue el caso de la familia de Irène Némirovsky, el asentamiento definitivo en
Francia… Es el contexto en el que se mueven la familia de la autora de la
novela y los personajes de El vino de la soledad.
Irène Némirovsky, como la mayoría de los judíos exiliados, son laicos o
ateos, pero mantienen el judaísmo como un sentido de pertenencia a una
comunicad, sus raíces. Un sentimiento más biológico y cultural que religioso.
Critica, desde el respeto, a algunos aspectos controvertidos del
judaísmo (denuncian los matrimonios mixtos, caso de los padres de Elena,
rechazo a los homoxesuales, eterno enfrentamiento con los cristianos y el
feminismo, papel reivindicativo de la mujer, como en el caso de la fuerza y la
independecia de Elena, aunque aún hay un cierto machismo como mencionábamos a
propósito del padre.). Siempre aboga por la multiculturalidad y la tolerancia.
Alba Remón