NEMIROVSKY





El vino de la soledad (1935)

Es la novela más autobiográfica de Irène Némirovsky. Fue publicada en 1935. Cuenta la vida de una adinerada familia ruso-judía, los Karol, que se refugia en París cuando estalla la Revolución bolchevique. Es también la historia de la venganza de la joven Elena contra su madre, hermosa y cruel, Bella, una rusa de elevado linaje (de la familia Safronov) obligada a casarse por dinero con el potentado judío Boris Karol, al que desprecia. Bella tiene un amante, Max Safronov, primo suyo y como ella de antiguo linaje, al que Elena volverá loco de amor para cumplir su propósito vindicativo, un tema –la venganza- que la escritora ya había tratado en otra novela suya, El baile, aunque en El vino de la soledad llega a unos niveles magistrales difíciles de igualar.
El vino de la soledad nos muestra la vida de la joven desde que tiene ocho años hasta que llega a la mayoría de edad, y sigue a Elena Karol, alter ego de la autora, por las orillas del Dniéper (Ucrania) hasta San Petersburgo, Finlandia y París. Su madre, frívola, adúltera, coqueta, no la quiere a ella ni tampoco a su marido. Solo anhela pasarlo bien, gastar en compras, sentir un amor galante sin compromisos, vivir al modo de los antiguos aristócratas. Ella representa el viejo orden feudal que ya no será posible en la nueva URSS, proletaria y laboriosa, sin clases parásitas. El personaje que se gana el amor de Elena es su institutriz francesa, mademoiselle Rose, con la que aprende a amar las orillas del Sena, a la dulce Francia, y que muere prematuramente por la mezquindad de su madre. El despido de la institutriz, su muerte subsiguiente, deciden a Elena a vengarse de quienes han envenenado su infancia. Y para ello decide convertirse en la rival sexual de su madre, hacer que su amante, Max Safronov, se enamore de ella, que ya ha dejado de ser una niña y se ha convertido en una hermosa joven.
Tras realizar su venganza, Elena seguirá su camino, ya madura, adulta y libre, desasida de su pasado familiar lleno de soledad y dolor, una vez muerto su padre, Boris Karol, que representa el último vínculo que la ataba a sus orígenes.
Una de las constantes en la novelística de Némirovsky es que sus personajes protagonistas son chicas judías que reaccionan contra la propia tradición semita:
eso que vosotros llamáis éxito, victoria, amor u odio, yo lo llamo dinero!", escribió en otra novela.
En El vino de la soledad, Elena Karol detesta el amor pecuniario que mueve a sus mayores: “millones, millones, millones”, resume tras escuchar las conversaciones de los adultos. Sin embargo, este desprecio de sus protagonistas femeninas por el dinero y la tradición no coincide en la realidad con la actuación de la escritora, casada con Michel Epstein, brillante ingeniero y financiero judío, como lo había sido su padre, León Némirovsky.




UNA NOVELA AUTOBIOGRÁFICA

En esta novela, escrita en clave absolutamente autobiográfica, Némirovsky no deja margen alguno a la fantasía. Su protagonista, Elena Karol, es su alter ego sin filtro literario alguno, asimismo sus padres tienen la misma disposición moral y económica que los suyos y la trama se pasea por los mismos escenarios que la autora frecuentó a lo largo de su corta vida. Elena, hija única de un matrimonio ruso desigual (la madre, miembro de una aristocrática familia venida a menos; el padre, hábil judío que terminará amasando una cuantiosa fortuna), crece en soledad en una ciudad muy parecida a Kiev (entonces rusa). Desatendida por el padre, al que adora, y despreciada por la madre, que solo vive para sí misma y sus conquistas amorosas. La vida de la familia se desliza velozmente hacia el precipicio, empujada por la revolución bolchevique, exactamente igual que ocurrió con los Némirovsky. Refugiados todos en París, llega para la niña, convertida ya en una atractiva jovencita, el momento de la venganza. Mientras la adolescente de El baile solo pretende humillar socialmente a la madre, la jovencita de El vino quiere derrotarla en el terreno del amor, o por lo menos de la seducción. Elena Karol culminará su venganza enamorando al amante de su madre. Cabe preguntarse si, además de odio, Némirovsky alimentaba una larvada rivalidad femenina hacia Anna, la bella, egoísta, indiferente y hasta cruel madre que le tocó en suerte.
Sin duda la infancia de Irene Némirovsky no fue feliz. Es fácil reconocer a la autora en el retrato de Elena, como es fácil asimismo identificar a la madre de Elena con Fanny Némirovsky, una mujer igualmente hermosa, frívola y egoísta, que condenó a su hija Irene a una infancia infeliz y solitaria. En esas soledades debió forjarse su vocación literaria. Para la autora esta obra cruda y sin ninguna contemplación debió resultar una verdadera catarsis.

ESTRUCTURA

Está escrita en capítulos breves, de seis, ocho o diez páginas, directos, muy bien escritos, alternando lo analítico y lo descriptivo, y sin una sola concesión a la ironía, ni  siquiera al humor amargo. Si el humor es, desde el Quijote, una forma de enfrentarse a los problemas de la vida, Irène Némirosvky siempre se enfrenta a ellos cara a cara desde la seriedad  y la frialdad más absoluta.

   La trama está distribuida en cuatro partes:

Primera parte. Comienza relatando la infancia de la protagonista a los ocho años. Esta etapa transcurre en su ciudad natal a orillas del Dniéper, en Ucrania. Su infancia transcurre entre las continuas peleas de sus padres por causa de la vida de derroche y frivolidad de su madre que provoca que su marido sea despedido y tenga que marcharse en busca de fortuna. Los afectos de Elena se reparten entre su padre al que venera y su nodriza francesa Madame Rose en quien se refugia ante el constante maltrato psicológico de su madre, de la que solo recibe desprecio y críticas, únicamente preocupada por las buenas maneras de su hija en la mesa. En cuanto a los abuelos que viven en la casa, Elena siente cierta simpatía por su abuelo, pero le recuerda demasiado a su madre; y en cuanto a su abuela, es una mujer triste y amargada que vive sumida en la tristeza y esto produce un rechazo en la niña que solo es feliz con Madame Rose.

Segunda parte. Transcurre en San Petesburgo a donde la familia se traslada cuando Boris Karol ha conseguido amasar una gran fortuna. Esto ocurre en 1914 y Elena cuenta en ese momento con doce años. La familia vive aquí unos años de  gran poder económico  a costa de la situación que se está viviendo en Rusia donde la aristocracia está perdiendo sus posesiones y riquezas. Es entonces cuando aparece Max, primo de Elena y amante de su madre. El odio hacia su madre y su amante va en aumento, pero no se atreve a decir nada a su padre por miedo a perder a Madame Rose, como ocurrirá al final. Bella descubre en el cuaderno de su hija cómo se burla de ella y su amante y culpando a su nodriza por maleducarla, la despide. Madame Rose, ya enferma y muy afectada por las noticias que van llegando de la guerra en Europa no aguanta este nuevo golpe y muere. Este hecho será el detonante que fragüe el deseo de venganza de Elena contra su madre y su amante.

Tercera parte. Han transcurrido tres años y los Karol deben huir debido al avance de la revolución bolchevique. Huyen a Finlandia y se refugian en un hotel junto con Max, pero su padre regresa a Moscú para tratar de salvar parte de su fortuna. Mientras, la relación entre Bella y Max continúa libremente por la ausencia de su marido. Elena se inicia en su primera aventura amorosa y despliega sus poderes de seducción con Fred, un joven casado que también se hospeda en el hotel con su familia. Esta relación le sirve de aprendizaje para llevar a cabo su venganza, que consistirá en arrebatarle su amante a su madre para después abandonarlo.

Cuarta parte. En 1919, cuando Elena tiene diecisiete años, la familia se reúne con Boris en París, que será su residencia definitiva. Elena ya conocía el país de su querida Madame Rose por los viajes que había hecho con su madre durante su infancia y está encantada de vivir allí. Su padre vuelve a hacer una gran fortuna. Por sus negocios en Nueva York se ausenta durante mucho tiempo. El idilio entre Max y su madre se ha convertido en rutinario y las peleas entre ellos son constantes, además su madre va envejeciendo y esto la hace más amargada, caprichosa y tirana con su amante. Por otro lado Elena ha madurado y se ha vuelto fría y calculadora; asiste satisfecha y malévolamente feliz a estas peleas y decide llevar a cabo su plan. No le resulta nada difícil seducir a su primo Max, harto de su vieja amante y cuando consigue que este se enamore de ella, lo abandona diciéndole que solo ha sido un juego. Max abandona París y posteriormente asistimos a la degradación de la familia. Boris dilapida su dinero en el juego, su antiguo vicio, y en fiestas y lujos sin sentido. Bella se entrega a distintos amantes a los que tiene que pagar. Finalmente, arruinado, Boris muere afectado de tuberculosis y Elena, a sus veintiún años, abandona a su madre decidida a llevar otro tipo de vida y ser feliz.


PERSONAJES

Destaca la capacidad de la autora para hacer una radiografía exacta del desmoronamiento de una familia. Némirovsky hace un retrato descarnado de cada personaje, sin ocultar sus flaquezas, anhelos y miserias.  Bella Karol es un personaje complejo, una mujer guapa y caprichosa que ve cómo la juventud la va abandonando y siente que no ha aprovechado la vida como debiera. Frustrada por esa sensación de que el tiempo se le escapa de las manos, culpa a su hija de la situación a la que se ha visto abocada y se comporta con ella con indiferencia y, en muchas ocasiones, con desdén y verdadera crueldad. Lo único que la hace sentirse viva y deseable son sus descarados y constantes flirteos con otros hombres y sus caros y excesivos vestidos de París.
Bella se nos muestra de forma descarnada, con toda su miseria y su debilidad, con una dureza de corazón que ya desde el principio aparta al lector de cualquier tipo de identificación con ella. Arrastrada y dominada por la pasión, por lo que ella llama amor, incapaz de amar a su hija, resulta un personaje patético.

Boris adora a su mujer y prefiere negarse a ver lo que para los demás es evidente refugiándose en el juego y entregándose de lleno a los negocios que suponen el sostén económico de la familia. Él es el único de sus progenitores por el que Elena siente verdadero afecto, a pesar de sufrir su trato condescendiente y sus continuas ausencias que le hacen sentir como una "maleta olvidada en consigna".

Max, amante de 'Bella' y primo de Elena. Es otro jovencísimo pelele que baila al son que le marca su "mecenas" ya que en el fondo de ella sólo busca que lo mantenga. Es un hombre débil e inseguro, cuya insustancialidad e inconsistencia moral le hacen ser duro y despectivo con Elena. A medida que Elena se va transformando en una bella joven,  Max se va sintiendo atraído por ella.           

Elena Karol; se muestra como una niña que se siente vieja ante el mundo que le rodea, " Qué sabio se vuelve uno cuando envejece". Sorprende el grado de madurez que muestra  ante esa soledad que la invade.
A través de este personaje la autora se sincera con el lector dejándonos ver la aversión que siente ante su madre y ante esa sociedad hipócrita.
También asistimos a los primeros escarceos amorosos de la joven, primero con Fred y luego con Max, con el que llevará a cabo su venganza. "Qué feo y tonto es el amor. Fred sólo fue un divertimento".
Elena crece en soledad, sin más apoyo que Rose, su institutriz francesa. Y la soledad a que la somete su propia familia se agudiza ante un cúmulo de circunstancias que los obliga a una constante emigración: la revolución rusa los envía primero a San Petersburgo y más tarde a Finlandia. Y de allí, a Francia.

Elena crece consciente de su soledad y del egoísmo materno, alimentando día a día el deseo de venganza. El proceso corre en paralelo con el envejecimiento de su madre, que trata de disimular desesperadamente el paso de la edad. La amarga forma en que la protagonista lo describe, linda con la crueldad.

Ni que decir tiene que a medida que la belleza de la madre se desvanece, sus relaciones con Max se van enfriando. Y más que por eso, porque en realidad los amantes son ya casi un matrimonio instalado en la rutina.

Es así como Elena va planificando su venganza, que pasa por robarle a su madre la atención del amante.

El papel central de la novela corresponde al proceso de maduración de Elena: la forma en que desarrolla su sentido de la individualidad, su conciencia de estar sola, su conciencia de la falta de afecto, la forma en que afronta toda esa situación, y cómo se van desarrollando en ella sentimientos de venganza, e incluso de pura maldad, que trata de combatir. Ella es el vino que envejece en el barril de la soledad, y que debe ser servido antes de que se agrie.




TEMAS

El objetivo de la novela es pergeñar la traumática relación materno filial que Irène mantenía con su madre.
Elena es una niña que padece el síndrome de carencia afectiva. Su único consuelo emocional será su institutriz francesa, Mademoiselle Rose, que le aportará algo de cariño pero que le durará poco. Totalmente consciente del rechazo que le produce a su madre y con una increíble capacidad racional para su edad, Elena exorciza todo lo que piensa y lo que siente sin sutilezas, ni licencias retóricas. Víctima del egocentrismo e indiferencia de su madre, y de un padre ausente, Elena se siente superada por una complicada relación donde los sentimientos de amor/odio que la persiguen de manera obsesiva, a lo largo de la novela, culminarán al final en su propia venganza.
Este tema aparece reiteradamente, y forma el cuerpo central de al menos tres de sus novelas: El Vino de la Soledad, El Baile y Jezabel. El nudo de estas tres novelas  es el conflicto entre una madre desnaturalizada, egocéntrica y distante, y su única hija, a la que martiriza o desconfirma. Se trata, sin duda, de una utilización autobiográfica de la relación de la autora con su madre, con una base real.
La escritora utiliza sus novelas para vengarse de esa madre terrible: “Las uñas de Bella brillaban a la luz; redondas y abombadas, acababan en una afilada punta, como los extremos de una zarpa”. En sus raros momentos de maternal ternura, cuando estrechaba a Elena contra el pecho, sus uñas casi siempre arañaban la cara o el brazo desnudo de su hija”. Su venganza reside además en la trama de la novela: dejando en un monumental ridículo a su madre en El Baile, arrebatándole el amante y haciéndole ver que su juventud ha desaparecido en El Vino de la Soledad, o de manera más dramática en Jezabel, condenándole al extrañamiento social y a la cárcel.

Otros dos ejes temáticos de la novela son: la soledad y la crítica hacia esa sociedad tan frívola que representa la familia de Elena. A pesar de los continuos viajes, Elena sigue sintiéndose cada vez más sola. No siente el cariño ni el aprecio de nadie, sólo parece tener apoyo en su institutriz Rose, pero hasta eso termina desapareciendo. Según ella a los dos seres que más quiere son: su padre y  Tintabel, un gato negro que le regala Max.
Cuando llegan a vivir a París viven en un hotel pero luego pasan a vivir a un piso junto con Max.

Parece ser que aquí Elena pasaba monótonos y dulces momentos de bienestar a pesar de que era en raras ocasiones y durante breves instantes pero con satisfacción,"como el que toma una infusión digestiva cuando tiene el estómago estragado por el vino".
Por tanto, a pesar de estar viviendo en Francia, en París se sigue sintiendo sola. Lo siente como un París frío, extraño y febril además de vivir rodeados de cosas que en el fondo no les pertenecían.

Es interesante como la autora va insertando pequeños matices históricos y sociales de la época y nos aproxima a esa realidad que vivió en primera línea. De cómo algunos rusos se hicieron ricos aprovechándose de la desgracia de quienes no tuvieron más remedio que vender absolutamente todo para poder huir y sobrevivir. Su familia se enriqueció así.
Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial: «La vida era cambiante, inestable, poco segura»... Y, aun así, quizá no tan terrible como luego fue para la propia autora, de origen judío, la época de la Segunda Guerra Mundial.
En Rusia es el otoño de 1914 y la protagonista de la obra se pregunta, cuando la familia ya tenía puesta la mirada en Francia... «¿Quién oía las pisadas de los soldados en la calle al amanecer, ese monótono ruido de rebaño camino del matadero?». ¿Quién de aquellos ricos, claro está, que cosían los bonos del Estado a los forros de sus abrigos y que, indolentes, al mismo tiempo que dudaban del éxito de la revolución, deseaban seguir especulando hasta el último momento con cualquier objeto o producto que se pudiera comprar.

El padre representa el hombre de negocios judío que solo vive para ganar dinero, que se enriquece desmesuradamente, pero no disfruta realmente de la riqueza, pues toda su actividad y su energía están encaminadas hacia el negocio. La esposa, en cambio, disfruta y dilapida el dinero, que nunca es suficiente.

En cuanto a ese estilo de vida tan pretencioso e infiel se incluyen pasajes como: "Allí todas las mujeres casadas tenían un amante al que sus hijos llamaban 'tío' y con quien su marido jugaba a las cartas". De la propia boca de Bella sale lo siguiente: "¡Ay! yo no he nacido para ser una burguesa tranquila y satisfecha entre un marido y una hija"

Otro tema es el de la venganza de Elena. Su venganza se convertirá en el leitmotif de su vida. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, desde luego esta novela es un ajuste de cuentas en toda regla que Némirovsky hace con su vida y, sobre todo con su madre. Unos usan el vino para olvidar o curar las penas, otros usan los libros...
"cuanto más se suavizaba su madre, con más fuerza sentía Elena
agitarse en su corazón un odio aún más vivo y feroz que cuando era niña.
Entonces habría bastado con tan poco... -pensaba-. Ahora es demasiado tarde.
Jamás la perdonaré. Podría perdonarla si me hiciera daño ahora, como soy hoy en día...
Sí, creo que la disculparía... Pero no se perdona una infancia destrozada."



El trasfondo en el que se desarrolla esta historia es la Europa de los primeros veinte años del siglo XX: la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre, la emigración de muchos judíos ricos desde Rusia hacia Francia, como fue el caso de la familia de Irène Némirovsky, el asentamiento definitivo en Francia… todo esto aparece mencionado sin entrar en detalles, pero de forma inequívoca. Es el contexto en el que se mueven la familia de la autora de la novela y los personajes de El vino de la soledad.

El estilo impecable de Nemiróvsky late a lo largo de toda la obra, sobretodo en esas descripciones en las que, no sólo nos muestra cómo son las gélidas ciudades por las que va pasando, como San Petersburgo "donde el sol apenas aparece, donde te despiertas, te levantas, comes y trabajas a la luz de las lámparas, donde desde un cielo amarillento se precipita una nieve fina, acuosa, que el viento agita y se dispersa con rabia", sino también esos sentimientos de soledad y desagrado que siente Elena cada vez que ve a su madre.

En cuanto al final, Elena consigue esa libertad tan deseada. Es genial y premonitoria la imagen final en la que vemos  a Elena desaparecer bajo el Arco del Triunfo, algo totalmente simbólico.

" En la región del mundo donde había nacido Elena Karol, el atardecer se anunciaba como una extensa polvareda que giraba lentamente en el aire y luego volvía a pararse lentamente en la tierra con el relente nocturno"



Fuente bibliográfica: Documento y análisis de la obra de la web del I.E.S. Avempace.



ALGUNAS POSIBLES PREGUNTAS SOBRE LA LECTURA EL VINO DE LA SOLEDAD

Explica los personajes de Boris Karol (padre) y Bella (madre de la protagonista) y el papel fundamental de la institutriz mademoiselle Rose.

Boris Karol, el padre de Elena, es un judío ucraniano que a principios del siglo XX arrastra a su familia desde Ucrania hasta San Petersburgo, Finlandia y finalmente París, huyendo de la guerra, tras la Revolución de Octubre. Se va centrando cada vez más en él y va prosperando a base de mucho trabajo (empieza en una situación de crisis económica pero después, a fuerza de trabajo, consigue prosperar) hasta conseguir ganar mucho dinero para jugárselo en el casino, su mayor vicio y poder mantener el elevado tren de vida de su esposa, que nunca tiene suficiente.
Boris quiere tiernamente a su hija, pero es un hombre que tolera todo a su mujer, de quien está muy enamorado y, debido al trabajo, no tiene tiempo para Elena. Uno de los motivos por los que le consiente todo a su mujer es que en el fondo, y a pesar de que él está enamorado, lo suyo fue un matrimonio de conveniencia entre burgueses (su mujer pertenecía a una familia noble venida a menos y él es un burgués judío de familia adinerada. En el fondo, cuando pasa por crisis económicas, justifica en cierto modo el alejamiento y el rechazo de su mujer. Además, como burgués educado en la falsa moral debe mantener las apariencias). Viaja constantemente y durante largas temporadas, deja solas a su mujer en compañía de su amante y a su hija, que sufre amargamente por la falta de cariño y de lo que su padre no es consciente. Observa cómo hay una crítica muy velada a una mentalidad machista: a pesar de que su padre se despreocupa de ella y se lanza al juego, Elena lo justifica en cierta manera al no negarle su cariño, cosa que no hace con su madre, a la que no perdona su indiferencia ni las infidelidades a su padre. Se puede llegar a una crítica pero muy oculta. Desde luego no hay una mentalidad feminista clara de Némirovsky en esta novela.
Gana muchísimo dinero pero lo gasta de igual manera, hasta terminar amargado, enfermo y arruinado, sin haber disfrutado de la vida. Es el prototipo del personaje burgués fracasado habitual en la novela realista.

Bella Karol, la madre de Elena, procedente de una familia noble venida a menos, que encontró refugio en los brazos de Boris, un don nadie que comienza a prosperar (burgués de origen judío).
Bella es una mujer guapa y caprichosa que ve cómo la juventud la va abandonado, frustrada por ello culpa a su hija de su situación y la trata con indiferencia, con desdén y verdadera crueldad. En el fondo es víctima de la sociedad en la que vive, dominada por la clase burguesa (obligada a casarse por mantener la posición social).  Solo le hace sentir viva flirtear con otros hombres y gastar dinero a manos llenas, derrochando en vestidos, joyas, tratamientos de belleza para mantenerse joven..., por lo que para ella Elena es un estorbo (matrimonio, hijos… Representa el tipo de vida práctico, pragmático que nunca quiso llevar y que no eligió).
Se deja arrastrar por la pasión que siente hacia su amante y sobrino Max, quince años más joven que ella, incapaz de amar a su hija, nunca tiene una palabra amable hacia ella, la menosprecia constantemente. El episodio en el que despide a la institutriz es especialmente significativo porque muestra su indiferencia y su crueldad.
Conforme va cumpliendo años, se siente más desdichada y sola. Cuando Max la abandona, para irse a París a vivir con su hermana, se junta con su último amante, un armenio grueso y moreno. Moralización a través de este personaje: crítica a la frivolidad de las clases altas, burguesas o aburguesadas, como es su caso.

Mademoiselle Rose, una mujer francesa, institutriz de Elena, es la única que da sentido a la vida de la niña. En ella Elena se refugia, encontrando el verdadero cariño que no recibe de sus padres, le da a Elena una atención y educación refinada, tratándola con mucho afecto y benevolencia, creando un espacio particular entre ellas dos, donde pueden aislarse del mundo que les rodea. Recuerda que es un personaje que tiene un referente real (es un personaje tomado de la autobiografía de Némirovsky). Y si ya mencionas una breve comparación con este tipo de personajes como Felicidad de Flaubert, perfecto.


Gracias a mademoiselle Rose, la niña, que se había acostado con el telón de fondo
de un estrépito de gritos, discusiones y platos que estallaban en pedazos,
podía oír con indiferencia aquella lejana tempestad como quien oye el viento
en una casa caldeada con las ventanas cerradas, sabiendo que tenía
un refugio al lado de aquella tranquila joven que cosía junto a la lámpara. [1]



Un día Elena tiene una gran discusión con su madre, en la que le dice todo lo que piensa de ella, todo el dolor que lleva en su corazón por la falta de cariño y su madre echa la culpa de este comportamiento a mademoiselle Rose, acusándola de no saber educar a su hija y de haberla puesto en contra de sus padres y furiosa la despide. Elena está destrozada y aún suplicando a su madre y pidiéndole perdón no consigue hacerla cambiar de idea.
Mademoiselle Rose, está enferma y ha recibido una carta de su familia que la ha trastornado mucho y un día que sale con Elena, se pierde en la niebla y al día siguiente avisan a la familia de Elena de que ha muerto en un hospital, donde la llevaron unos milicianos que la encontraron en la calle sin conocimiento.
Cuando pierde a mademoiselle Rose, Elena siente que ya no tiene nada más que perder y sabiendo que se está convirtiendo en una joven atractiva, planea su venganza contra su madre utilizando a Max Safronov.
Cuando Elena consigue su propósito y sabiendo que los tiene a los dos a su merced, con una madurez impresionante, decide olvidarse de su venganza y ser libre, dejar atrás la infancia y la adolescencia y empezar de nuevo sola y libre. En todo su camino ha tenido presente a su querida mademoiselle Rose.

"El vino de la soledad"

Hace referencia al final de la novela. Es una novela de aprendizaje, donde vamos creciendo y evolucionando psicológicamente con la protagonista. Va tramando la venganza de su madre, que es el motor de su vida, el que le da cierta euforia, satisfacción y cierto calor (indiferencia ante la vida fría y sin sentimientos que le ha tocado vivir). Su venganza es el vino de su vida, un plato que se sirve frío, un ajuste de cuentas con su vida y con su madre.

"No temo a la vida -pensó-. No son más que años de aprendizaje. Han sido extraordinariamente duros, pero han templado mi valor y mi orgullo. Eso me pertenece, es mi inalienable riqueza. Estoy sola, pero mi soledad es ávida y embriagadora. [2]"

Se deja embriagar por el viento que atraviesa el Arco de Triunfo y barre los Campos Elíseos y así liberar sus demonios interiores. Euforia, como la del alcohol, pero en el fondo es una manera de ahogar su profunda pena. La soledad es penosa pero para ella es una liberación, una decisión personal que ha alcanzado tras un largo proceso de maduración.


El judaísmo en la novela.

El trasfondo en el que se desarrolla esta historia es la Europa de los primeros veinte años del siglo XX: la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre, la emigración de muchos judíos ricos desde Rusia hacia Francia, como fue el caso de la familia de Irène Némirovsky, el asentamiento definitivo en Francia… Es el contexto en el que se mueven la familia de la autora de la novela y los personajes de El vino de la soledad.
Irène Némirovsky, como la mayoría de los judíos exiliados, son laicos o ateos, pero mantienen el judaísmo como un sentido de pertenencia a una comunicad, sus raíces. Un sentimiento más biológico y cultural que religioso.
Critica, desde el respeto, a algunos aspectos controvertidos del judaísmo (denuncian los matrimonios mixtos, caso de los padres de Elena, rechazo a los homoxesuales, eterno enfrentamiento con los cristianos y el feminismo, papel reivindicativo de la mujer, como en el caso de la fuerza y la independecia de Elena, aunque aún hay un cierto machismo como mencionábamos a propósito del padre.). Siempre aboga por la multiculturalidad y la tolerancia.



[1] El vino de la soledad, Barcelona, Salamandra, pág. 29. 
[2] Op. cit., pág. 221

Alba Remón